NAYPYITAW.- La Junta Militar que gobierna Myanmar con mano de hierro ha desvelado uno de sus mayores secretos: Naypyitaw, la ciudad construida de la nada con el objetivo de albergar la capitalidad del país y a la que han sido obligados a trasladarse más de 900.000 funcionarios.
A finales de 2005, el cuartel general de las Fuerzas Armadas y la mayor parte de los ministerios se mudaron a la nueva capital, a unos 400 kilómetros al norte de la antigua, Rangún. La razón de tan complejo traslado no ha sido dada a conocer.
Según algunos opositores birmanos en el exilio, se debe a que el régimen militar está obsesionado con las cuestiones de seguridad desde que Estados Unidos invadió Irak en 2003. También hay quien apunta a que los líderes del país tratan de emular a los antiguos reyes, que erigían majestuosas capitales. Otros opinan que la nueva ciudad es fruto de una de las predicciones hechas por los astrólogos oficiales.
Hasta ahora la prensa extranjera había tenido prohibido el acceso a la urbe. El veto se ha roto con motivo de un desfile en el que participaron más de 15.000 soldados y en el que el jefe de la Junta Militar, Than Shew, ordenó "aplastar a los elementos destructivos internos y externos por la estabilidad y el desarrollo del país".
La nueva metrópoli ocupa, según las autoridades, una extensión de 7.000 kilómetros cuadrados, unas diez veces más que la ciudad-estado de Singapur.
Hasta el momento las calles de la flamante capital presentan un aspecto bastante desolado. Legiones de obreros y de soldados son los transeúntes más visibles en enormes avenidas del 'Barrio de los Ministerios', caracterizado por los edificios de colores pastel.
El 'Barrio de los hoteles' es el más reciente y ha sido estrenado con motivo de la presentación de Naypyitaw al mundo, mientras que en el 'Barrio Militar' abundan los coches de lujo. Allí tiene ahora su residencia Than Shew.
Pero la modernidad no ha sido capaz de sustituir el encanto de Rangún, y la mayor parte de los funcionarios se quejan de que la ciudad que habitan es aburrida. Por ello, muchos de ellos han dejado a sus familias en la antigua capital y utilizan la nueva como ciudad dormitorio.
Excepto un campo de golf de 36 hoyos que aún está en construcción y un centro comercial, en Naypyitaw no hay muchos lugares en los que divertirse.
Las autoridades birmanas también han pensado en eso, y han encontrado el remedio en la televisión. "Existen diez canales gratuitos, mientras que en Rangún hay sólo cuatro", argumenta orgulloso el general Kyaw Hsan.
A finales de 2005, el cuartel general de las Fuerzas Armadas y la mayor parte de los ministerios se mudaron a la nueva capital, a unos 400 kilómetros al norte de la antigua, Rangún. La razón de tan complejo traslado no ha sido dada a conocer.
Según algunos opositores birmanos en el exilio, se debe a que el régimen militar está obsesionado con las cuestiones de seguridad desde que Estados Unidos invadió Irak en 2003. También hay quien apunta a que los líderes del país tratan de emular a los antiguos reyes, que erigían majestuosas capitales. Otros opinan que la nueva ciudad es fruto de una de las predicciones hechas por los astrólogos oficiales.
Hasta ahora la prensa extranjera había tenido prohibido el acceso a la urbe. El veto se ha roto con motivo de un desfile en el que participaron más de 15.000 soldados y en el que el jefe de la Junta Militar, Than Shew, ordenó "aplastar a los elementos destructivos internos y externos por la estabilidad y el desarrollo del país".
La nueva metrópoli ocupa, según las autoridades, una extensión de 7.000 kilómetros cuadrados, unas diez veces más que la ciudad-estado de Singapur.
Hasta el momento las calles de la flamante capital presentan un aspecto bastante desolado. Legiones de obreros y de soldados son los transeúntes más visibles en enormes avenidas del 'Barrio de los Ministerios', caracterizado por los edificios de colores pastel.
El 'Barrio de los hoteles' es el más reciente y ha sido estrenado con motivo de la presentación de Naypyitaw al mundo, mientras que en el 'Barrio Militar' abundan los coches de lujo. Allí tiene ahora su residencia Than Shew.
Pero la modernidad no ha sido capaz de sustituir el encanto de Rangún, y la mayor parte de los funcionarios se quejan de que la ciudad que habitan es aburrida. Por ello, muchos de ellos han dejado a sus familias en la antigua capital y utilizan la nueva como ciudad dormitorio.
Excepto un campo de golf de 36 hoyos que aún está en construcción y un centro comercial, en Naypyitaw no hay muchos lugares en los que divertirse.
Las autoridades birmanas también han pensado en eso, y han encontrado el remedio en la televisión. "Existen diez canales gratuitos, mientras que en Rangún hay sólo cuatro", argumenta orgulloso el general Kyaw Hsan.
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